viernes, 16 de julio de 2010

Matrimonio igualitario para todos y divorcio para algunos.

Soledad Aznarez -La Nacion
La sanción por parte del Senado de la ley del matrimonio igualitario, produjo un hecho histórico en el avance de los derechos civiles, en la Argentina.. Asimismo provoco un profundo divorcio entre la sociedad civil y algunos sectores de la Jerarquía Eclesial de los distintos cultos, mayoritariamente católicos y evangelistas. Sobreactuaron una defensa de la familia con argumentos y apelaciones a leyes y dogmas cuando solo se trataba de la modificación de algunos artículos del código civil, que permitiera que las parejas del mismo sexo, ya existentes o las que en el futuro se conformen, puedan tener acceso al matrimonio civil. La ley no legisla sobre el derecho canónico, ni siquiera sugería el tema de la homosexualidad en los miembros de las Iglesias. Era una propuesta que iniciaron organizaciones minoritarias de la sociedad civil, que tomaron distintos diputados y senadores, y consideraron que era hora de dar el debate e incluir a todos y a todas en el acceso al matrimonio. En ese transitar sumaron voces y apoyos que posibilitaron la aprobación de la ley. En este proceso perdieron los que expusieron argumentos pretendidamente sólidos y efectistas, pero anclados en el medioevo donde la jerarquía eclesial monopolizaba el poder celestial y el terrenal. Otros que quedaron descolocados fueron los dogmáticos, los prejuiciosos y los maledicentes. El rostro del fracaso de esta estrategia es el Cardenal Bergoglio, alguien lo convenció, quizás Monseñor Aguer?, que si movilizaba su tropa cautiva, estudiantes de colegios y universidades católicas, grupos parroquiales, todos con transporte incluido, y generaba un gran acto en contra de la ley, podría erigirse como el gran opositor al gobierno y de paso sumar puntos para un futuro pontificado. No pudo o no alcanzo o la sociedad le dio la espalda, así que olvídate del papado, y de ser el gran elector y aglutinador de la oposición. La Iglesia no es democrática, la sociedad civil elige la democracia como forma de gobierno, la jerarquía persigue y castiga a un cura que expresa un voz disonante en un tema que no es dogmático, y le prohibe celebrar misa, y en cambio si permite que un cura genocida o pedastra siga administrando la comunión. Otros que tuvieron que hocicar fueron los medios y los políticos que intentaron posicionar a la ley de matrimonio como ley K y direccionar críticas al gobierno, para proseguir con su desfachatado trabajo de esmerilar la presidencia de Cristina y a todo lo que huela a kirchnerismo. Lo que ocurrió en la madrugada del jueves fue muy bueno para el país y para la democracia. No se porque, mientras miraba las imágenes de la celebración de los estoicos que aguardaron hasta la madrugada la definición de la votación,  me vino a la mente un relato de Eduardo Galeano.: El Mundo
Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo. A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos. —El mundo es eso —reveló—.
Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores.
Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.

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