Interesante análisis politico de Walter Graciano, aparecido en Ambito.
Por Walter Graciano
Antes de poder concentrarse en lo importante, es imperioso resolver los problemas urgentes. Y hoy lo urgente es cómo hacer operativo el pago de la deuda de 2010 sin que surjan embargos. Si la Argentina no puede usar sus reservas, costosamente ganadas, para pagar su deuda y honrar sus compromisos, entonces estaríamos ante un verdadero acto de sabotaje que pondría al país en la ridícula situación de bordear el «default» cuando se tienen u$s 48.000 millones y hay voluntad de pago. Algo verdaderamente ridículo.
Vayamos a lo concreto, entonces. ¿Cómo instrumentar el Fondo del Bicentenario de manera tal que no se puedan embargar los fondos? Aquí proponemos una posible solución de entre muchas otras que pueden idearse. Es necesario concentrarse unos momentos para entender cómo funciona en forma técnica. Veamos: el gran problema que hay es que si aparecen dólares libremente disponibles para el Tesoro, y fuera de las reservas del Central, puede aparecer cualquier entidad o particular pidiendo el embargo de dichos fondos por las deudas argentinas que no entraron en el canje de hace unos años. Por lo tanto, el Fondo del Bicentenario debería constituirse de la siguiente manera para hacer imposible un embargo de un acreedor externo: el Central le abre una cuenta en pesos y no en dólares al Tesoro por el equivalente de los u$s 6.500 millones. Dichos fondos, a su vez, quedan indisponibles en el propio Banco Central sin que se produzca aumento alguno de la base monetaria. O sea, aumenta tanto el activo como el pasivo del Central, pero sin efecto monetario alguno, y por lo tanto sin efecto ni en el nivel de precios, ni en la demanda interna. El Tesoro procede entonces a efectuar las licitaciones para el rescate de deuda que ha anunciado, por lo que le compra los dólares para pagar la deuda rescatada al Central con los fondos de esta cuenta en pesos y paga al exterior el mismo día que compró las divisas. Como los dólares no están ni un día en poder del Tesoro y sólo salen de las reservas del Central para pagar la deuda, no pueden ser embargados por acreedores externos, de la misma manera que hoy tampoco hay embargos cuando se pagan los bonos que no están en default.
El procedimiento entonces es esencialmente muy similar al actual, dado que hoy la deuda se paga con compras de dólares que realiza el Tesoro con superávit. La única diferencia es que, en vez de superávit fiscal en pesos, se usaría la cuenta en pesos que el Central le crearía al Tesoro. Si por alguna cuestión resultara desaconsejable que el Central le abra en forma directa esta cuenta al Tesoro, puede idearse un mecanismo similar, pero a través del Banco Nación y con un encaje del 100%. Quedaría como único tema para resolver la cuestión de las eventuales ganancias o pérdidas de cambio, dado que el valor del dólar seguramente no quedará fijo durante todo 2010 y bien puede subir y bajar. Pues bien, la cuenta del Central debería tener como mecanismo de ajuste el tipo de cambio, con lo cual si el dólar sube, se le acreditan más fondos al Tesoro, y si el dólar baja, se le restarían.
Mecanismo
Como se ve, el mecanismo es muy sencillo, permite implementar el Fondo del Bicentenario sin que el Central ceda reservas al Tesoro, permite pagar al exterior, no hay posibilidad de embargos de fondos, dado que el Tesoro nunca tiene un dólar en su poder y elimina el problema que se ha generado también en la Justicia argentina, dado que los fallos judiciales locales impiden que el Tesoro se haga de dólares de las reservas del Central, pero no impiden que el país cumpla con el pago de sus deudas ni que el Central le dé un crédito en pesos al Tesoro o al Banco Nación. Un juez local tendría que prohibir al Tesoro pagar la deuda al exterior para que este andamiaje no funcione, y ello sí sería una verdadera locura que ocurriera. Es urgente, verdaderamente imperioso, encontrar una vía potable para pagar las deudas de 2010. Ésta es una vía posible a estudiar y resuelve la urgencia, aunque lo importante es lo que se esconde detrás de todo esto y que no es otra cosa que la judicialización del tema del pago de la deuda. Es importante recordarlo porque el golpe de Estado de Honduras se gestó a través de una previa judicialización de un litigio que, si bien no era económico, buscaba debilitar la autoridad del Poder Ejecutivo y reemplazar las decisiones de éste por decisiones judiciales. Así cayó Zelaya.
Es necesario tener mucho cuidado entonces, porque pareciera que la nueva idea que ha surgido en algunos núcleos verdaderamente poderosos del exterior es volver a producir golpes de Estado en América Latina, no tanto a través de militares, sino utilizando al Poder Judicial, ubicándolo por encima del Poder Ejecutivo. Hay un tema más que hay que meditar: hay varios elementos e indicios para suponer que lo más probable es que algunos de los verdaderos autores de este inmenso lío en que se ha intentado sumir a la Argentina aún no hayan salido a la luz, dado que esta idea de dificultar el pago de la deuda parece haber sido pergeñada por conocedores muy profundos de temas económicos y financieros que irían necesariamente mucho más allá de la figura de quienes han venido ocupando roles protagónicos en el Banco Central recientemente, o de los políticos que han intervenido en el tema. No sería extraño entonces que si se conociera la identidad -quizá sumamente impopular- de algunos de los ideadores de esta maniobra tendiente a «hondurizar» la Argentina, ésta termine desbaratándose por sí misma, y muchos de quienes de buena fe pudieron haber colaborado con ella desistan de inmediato de su actitud.
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