lunes, 23 de mayo de 2011

Oh!!! Susana

Ultimos índices de pobreza
Por Martín Kohan
20/05/11 - 11:25

Los pobres ya saben: Susana no quiere casarse con ellos. Ni con ellos en general ni con alguno de ellos en particular. Lo dijo la otra noche, en su programa de televisión: que con un pobre no se casaría. No le gustan, no la convencen; prefiere siempre, según parece, a los piojos resucitados con ínfulas de jet set que habitualmente la esquilman y hasta firman cheques por ella si lo precisan. Eso sí, pero un pobre no. La diva se ha pronunciado. Como antes se pronunció otra diva, esta vez Moria Casán, para presentar ante la opinión pública su técnica de omisión garantizada de la pobreza en todas sus formas: vidrios polarizados al máximo y ventanillas subidas siempre.

Ya sabemos de qué están hechas nuestras divas: una base rugosa de vulgaridad y de incultura, untada luego con capas y capas de dinero.
No son las únicas, lamentablemente, que sienten tanto desprecio por los pobres; lo llamativo es la franqueza y la frontalidad con que lo dicen. Lo dicen por televisión, que es lo mismo que decírselo a ellos. No las sensibiliza pensar que algunas de esas personas ahorraron alguna vez para ir al cine a ver tal o cual de sus inmejorables películas, o colgaron en tal o cual gomería un póster desplegable donde ellas ofrecían a la vista sus implantes quirúrgicos a financiar.

Pero la cara de Susana Giménez, diseñada por la ciencia para dar bien en la televisión, no es tan grata hoy en día si se debe contemplarla en persona; sin luces ni afeites ni esmaltes, ha de revelar su deformidad de quirófano.
Y la conversación general de Susana, ajena a las noticias del día no menos que a la ya remota extinción de los dinosaurios, es divertida en bajas dosis. Como charla de sobremesa, en cambio, en la rutina del día a día, ha de ser difícil de sobrellevar tanta zoncera. Y su ideología, por fin, que no es lo de menos, plagada como está de discriminaciones surtidas y deseos vengativos de muerte, ha de traer alguna indigestión a su contertulio, aun comiendo en los mejores sitios.

Tiendo a pensar que todo esto los pobres también lo saben. Y que por tales razones no querrían casarse con Susana Giménez. Si lo quieren, es por lo mismo que uno: para andar en un Mercedes, vivir en Barrio Parque y tomar solcito en Miami. Pero no querrían casarse con ella, si ella misma fuese pobre.
¿No fue eso lo que Susana Giménez intuyó, aunque lo dijera exactamente al revés?
Es a ella a quien se aplica finalmente la regla que declaró. Ese fantasma tan feo del que habló la otra noche, es suyo exclusivamente.



Fuente: Perfil


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